«Todo Madrid saludará mi paso»,
el juvenil poeta repetía,
al venir del lejano Mediodía
para escalar la cumbre del Parnaso.
Tornasolados cual brillante raso
sus versos inmortales trazaría,
luminosos y grandes como el día
que va desde el oriente hasta el ocaso.
Luchó contra la pena y el olvido,
después contra la envidia que acechaba,
con cien monstruos luchó, mas fue vencido.
Y se cumplió el ensueño que abrigaba,
¡pues al ir en su féretro tendido,
todo, todo Madrid le saludaba!
Madrid Cómico, año XXI, nº 24, 15 de junio de 1901
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Precioso, y real como la vida misma.
Gracias por compartir, esa visión tan plástica.
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Es la perfecta descripción del «ego» de las y los poetas…