COLONOSCOPIA
A Jaio la espía
Una draga muerde el fondo de la ría, toda la noche,
rompe la calma:
—cada uno de sus estratos: el del fango,
el de la escoria de los metales,
el de los últimos peces,
el de las manos de las mujeres
que arrastran barcos desde la orilla—
y deja el sueño frágil, el murmullo
de las plantas vigilantes, cuidando
que llegue una mañana, una sola mañana
con el silencio de los pájaros y sus libros.
Esa draga, animal de hierro, ordena
el juicio de las palabras, ordena
las luces grandes de los hospitales,
ordena nuestro cansancio en los pasillos,
desconfiados de las batas verdes, o blancas, o azules
que listan nuestras intenciones,
y sonríen forzados con los tubos
en las manos y usan términos gastados,
como las uñas roñosas de los ganchos y los cucharones,
las cámaras que desvelan nuestros vientres,
como sedimentos o limos, restos
de todas las tristezas, de cada alegría hecha
sonrisa silencio de buena mañana.
Pablo Müller
Siempre digo que mi gran fortuna, son las personas que tengo a mi alrededor que me quieren bien y a las que quiero y mucho. Esa es mi fortaleza, ellas son esas raíces que me permiten ser junco que, por muy malos vientos que lleguen, siempre me mantienen a flote. Y en situaciones delicadas, además, están ahí, a pie firme, apuntalando. Esta es una de las muchas muestras que tengo. Y quiero compartirla. He recibido de Pablo Muller este poema. ¡¡¡Gracias, guapo. Solamente un gran poeta como tú puede hacer parecer emocionante una colonoscopia!!!