Los que aman no hacen pie,
agitan brazos como ramas
y son los primeros en hundirse.
Creen tocar el cielo
mientras el mundo alrededor
se hace inmune a su naufragio.
Los que aman no saben decir adiós.
Mienten cada vez que se despiden,
como la noche miente al día.
Pronuncian el deseo en cada gesto,
temiendo que, al doblar la esquina,
el olvido les devore.
Los que aman no calculan,
viven empeñados en causas perdidas.
Las cuentas nunca cuadran
entre el debe y el haber.
Se quedan solos,
no hay ley que les salve ni condene.
Mueren cada vez que resucitan.
Los que aman no hacen pie,
se ahogan en su propio amor.
Felices, sin saberlo,
como gotas de eternidad.